Hace cuatro años, que escribí sobre el fuego, decía que era
una luz rojiza y anaranjada.
Pero ahora el fuego, es una llama, que se apaga, que te crea
la persona adecuada, las personas que sin ti dicen que no son nada.
El fuego, es riesgo, es peligro, de quemarte, de fundirte.
Y, sí, para mi sigue siendo una luz, que permanece brillante, que te guía hacía
delante.
El fuego, es pasión, una tremenda revolución, que te quita
la respiración, y hace latir tu corazón. Es furia, angúnia, desesperación, el punto en el que te hace
perder el control.
Yo, describía lo que podía ver, no lo que podía hacer,
aquella palabra, encarcelada, llena de una sensación estrellada.
Y ese mismo fuego, esa misma hoguera, que ahí me espera,
sigue encendida, aunque sea de día, aunque me falte la alegría, porque esa luz
es la que me guía.
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